Imagen de los Castellers de Lo Prado de Chile entrenando.
Entrevista a Luis Carrasco, un 'casteller' chileno.
Si miramos la fotografía de arriba como un símbolo e intentamos interpretar lo que estamos viendo, probablemente sólo tendríamos connotaciones positivas: destreza, coraje, cooperación, fuerza, entusiasmo, entretención, equipo, armonía, solidaridad, logro, lealtad y muchos otros conceptos valóricos.
Ahora si la observamos desde una mirada de crecimiento personal seguramente veremos trabajo en equipo, comunicación efectiva, liderazgo, coordinación de acciones, lenguaje, cuerpo y movimiento, aprendizaje transformacional.
Pocas son las imágenes que reúnen tantas connotaciones positivas como las que expresan los famosos Castellers o Torres Humanas, una disciplina colectiva que nació en los pueblos de Cataluña en España hace siglos. Curiosamente, esta tradición Catalana, comenzó a florecer en Chile gracias a la iniciativa de Luís Carrasco, un soñador que desde el momento que vio un Casteller en España cayó rendido en una inspiración que le cambió la vida.
- Luís, ¿Qué significan para ti los Castellers?
La primera vez que yo me encontré con un Casteller en Cataluña, en una plaza llena de gente fue algo cercano a una experiencia mística: no podía creer lo que estaba viendo, que hubieran niños tan valientes y tan seguros subiendo 10 y 12 pisos de altura con un riesgo evidente de caerse y de hecho muchas veces se caían. Ellos iban trepando como queriendo tocar el cielo. Poco a poco me fui acercando hasta la orilla de esa multitud apretada y de espectador pasé a "espectador privilegiado". Pude darme cuenta que habían personas de todo tipo, niños, viejos, hombres, mujeres, algunos, incluso niños deficientes mentales o en silla de ruedas. Noté que no era malabarismo, que eran grupos de amigos o vecinos.
Mientras me iba acercando alguien me tomó y me metió adentro, a la base o "piña" como la llaman. Fue impresionante, había una presión y un calor enorme, de repente, siento que empiezan a subir por arriba mío, me pisaban, era un ejército de gente subiendo.
Había en ese todo, una energía inédita para mí, algo que no entendía con claridad me provocó fuertes emociones, me puse a llorar sin parar. Era una mezcla de alegría, de pena, nostalgia y satisfacción, una mezcla emocional de la que yo no tenía registro, se apoderó de mí y de casi todas las personas que como yo se incluyeron al Casteller.
No me podía separar de ellos, me di cuenta que pasé a ser parte de ellos, y en esa ocasión participé 2 o 3 veces más en hacer torres. Cada vez que se construía una torre era de un estilo diferente y otros los que subían. Estuve toda la tarde en eso, ellos estaban mostrando lo que hacían a la comunidad en su día de Fiesta, el 25 de Septiembre, la Fiesta de Nuestra Señora de la Merced, frente a la Alcaldía.
En ese momento, El Casteller era para mí una síntesis de todo lo que yo hubiera querido que pasara en mi país: ¡Aquí está todo! Pensé. Estos tipos están integrados, tienen confianza, la pasan bien, hacen cosas increíbles juntos, aquí no hay miedo al estar juntos.
Cuando estás ahí, sólo estás preocupado de los demás, de lo que menos te preocupas es de ti, porque a su vez, todos están preocupados de ti, entras en un espacio de entrega total en que el ego desaparece, todo es cooperación o no resulta.
Hoy creo que también es un camino para sentir la comunión.
- ¿Lo dices en un sentido religioso?
Muchas religiones hablan de sentir esto, incluso hicieron espacios para esto, los templos… (hace una pausa) ¿Cuál es la emoción de la comunidad?, ¿qué es estar juntos y tener un propósito común?, ¿qué es reconocer a los que están adentro como legítimos, cuidarnos y ayudarnos, que lo que le pasa al otro nos importa, o sea, que estás conectado con otras personas, cuando ahí dentro se forma un "nosotros", es decir una comunidad?
- ¿Qué emoción es la que se funda ahí cuando todos hacen algo juntos que no pueden hacer solos?
¿Me estas preguntando?
- Sí
La cooperación… la comunión? Yo creo que es la comunión. Así se llama esta emoción. Alguien podrá decir que eso mismo le pasa con una persona… puede ser, yo a eso lo llamo empatía. Nosotros empatizamos y hacemos cosas, pero ¿qué pasa cuando esto lo hace mucha gente que los une un propósito común, un sentido? Desaparece de alguna manera, no el individuo, sino el ego, porque ahí estás absolutamente al servicio. Estamos de acuerdo que cada papel es clave, que eres único, sin embargo no es nada en ese uno, en ese organismo que hacemos juntos. El uno es la suma, no es la parte.
Se forma una conciencia colectiva, que se mueve, es como un ser vivo conformado por muchos seres vivos y yo pienso, que lo que siente un ser humano viviendo esa experiencia es comunión. El Casteller es una práctica que se desarrolla hace 3 siglos en Cataluña de gente que aprendió a estar en comunión.
Si tú vas a los pueblos donde hacen Casteller en Cataluña, o a sus barrios, o acá, a Lo Prado, o a Talca, o en los centros del Sename donde practicamos, o a la Universidad de Santiago o a tantos lugares donde hacemos Casteller, verás que ahí desaparece todo lo que nos diferencia como algo que nos separa. La emoción que eso te genera es muy fuerte y eso es muy difícil de encontrar hoy. Donde tú vas hay diferencias que te separan, en el Casteller las diferencias te unen. Por ejemplo yo no puedo subir al 10º piso de una torre, hay uno diferente a mí que es más liviano, más pequeño, más flexible y que puede llegar ahí. Y es esa diferencia justamente la que me une a él.
Nosotros vivimos en el paradigma de que lo que te diferencia te separa y eso es doloroso, tenemos una costra frente al dolor de la separación, de sentirnos excluidos, marginados, de sentirnos solos. El dolor de estar solo es inmenso en mucha gente, estamos rodeados de multitudes pero solos. Ese dolor en nuestra sociedad está oculto en el hacer, hacemos cosas para no darnos cuenta que estamos solos, el hacer es una buena forma de ocultar la soledad.
Quienes hacen Casteller se conectan, descubren ese mundo emocional del cual no teníamos registro, cuando experimentamos la comunión nos asombramos de lo que somos capaces de hacer juntos. Quizás la comunión es la emoción del nosotros. Probablemente las religiones la vieron, la tomaron, porque es una emoción de trascendencia. Esto de trascender, de entrar en el mundo espiritual, de desprenderme de mí…, en el Casteller se practica. Lo hacemos entre todos, no se puede hacer solo. Pero esto probablemente está emparentado con algo más, se hace por amor. La comunión está conectada por el amor, tú no entras en comunidad con rabia ¡no se puede!, los que hacemos Castells tejemos lazos entre nosotros.
- ¿Y cómo entienden todo esto los Catalanes de tradición?
Los Castellers son un regalo de los Catalanes al mundo, tenemos hermanos Catalanes que nos enseñan con una generosidad infinita y hoy exploramos en conjunto como llevarlos a otras regiones del mundo, pero también algunas personas veían que eso era una tradición que no se podía exportar, en realidad ellos no la exportaron, nosotros la importamos y probablemente lo hicimos con los ojos nuestros, como sabemos, los peces no ven el agua. Sin duda es una tradición, pero al mismo tiempo es una experiencia universal que está en los seres humanos. De hecho en la India se hacen Casteller. En los Andes Peruanos se han encontrado comunidades que hacen Casteller.
- Los Castellers se practican en Chile desde ya hace algún tiempo, ese fue tu sueño algún día ¿ que experiencia has tenido con ello?
Hemos tenido el privilegio de expandir esta práctica en muchas direcciones, en Talleres con 15 o con 500 personas, con equipos de empresas de 12 países diferentes y con niños de escuelas diferenciales, con empresarios y ministros, con profesores o líderes políticos, con artistas y sindicatos, con coaches y estudiantes, siempre para desarrollar habilidades de trabajo en equipo y liderazgo asociativo, para aprender a ser equipo o para aprender a ser una comunidad.
- ¿Qué habilidades se desarrollan? yo te diría que todas. La habilidad que el equipo necesita, la experiencia se las muestra claramente.
En realidad todas las habilidades aparecen ahí de una manera transparente. Después de la experiencia conversamos y vemos toda la riqueza que tiene. En algunos casos hacemos varios Cateller en el tiempo, como un seguimiento y vamos viendo qué nos va diciendo de nosotros mismos esa acción común. Tenemos un equipo formado por entrenadores y líderes que dominan la técnica. Nos hemos asociado con el Municipio de Lo Prado, donde tenemos Casteller en las 12 escuelas de la comuna. Son programas de liderazgo con niños y papás. Muchas veces estos mismos niños nos acompañan en los Talleres y son ellos mismos los facilitadores de esos talleres. Es habitual que quienes hacen nuestros talleres, reconocen en esos niños a los maestros que les permitieron descubrir cuál era su debilidad o dónde deben concentrarse. No te puedo describir todo lo que nosotros aprendemos de los niños y todo lo que representan en nuestro aprendizaje.
- ¿Lo Prado sería la ciudad de los Casteller en Chile?
Sí, claro. La primera comuna casteller en el mundo fuera de Cataluña. El Alcalde es Casteller. Hay concejales castellers, hay directores de escuelas y cientos de niños y papás., Los Casteller de Lo Prado tienen su página web, sus fiestas… vamos a celebrar pronto el 5º Aniversario de nuestra coya. Otra cosa que hacemos es formar nuevas comunidades de Casteller, lo que los Catalanes llaman "coyas", para la práctica habitual, así como otros se juntan para jugar fútbol, nosotros nos juntamos para hacer Casteller. En Cerro Navia, Talca, Calera de Tango, La Cisterna, Peñalolén ahora., para nosotros las coyas son escuelas de humanismo.
- Yo tuve la experiencia de participar y la diferencia entre verlo y hacerlo es enorme.
Creo que sí, también muchos de quienes participan dicen: " siento el Casteller pero no lo veo", por su parte hay personas que estando a un metro del Casteller se animaron a acercarse y colocar solo sus manos sobre las personas de la base, con eso inmediatamente se conectaron con esa emoción.Los Casteller son un símbolo muy potente de cooperación o de comunión como tu dices, símbolos que hoy en Chile - después de un terremoto - pueden ser un vehículo de motivación y de aprendizaje transformacional para miles de personas que quedaron sin esperanzas y solas.
- ¿Están haciendo alguna actividad orientada a los damnificados?
Estamos en eso. Nos hemos acercado a mucha gente del mundo privado, como una experiencia de RSE, pero aún conocemos a poca gente del actual gobierno, hemos hablado con todas las autoridades posibles para regalar este símbolo y acercar esta experiencia.
En Talca estamos haciendo solidaridad, hicimos un voluntariado, estamos apadrinando un pueblito y apoyando a la coya de Talca, por supuesto, lo que más hacemos con la gente es abrazarnos y contenerlos, subir el ánimo. Hacer Casteller es algo que reconstruye a una comunidad emocionalmente, te sientes sostenido por otros y te da fe para salir de una situación que vemos tan difícil.
- Siendo un símbolo tan preciso para el momento que vivimos ¿a que atribuyes la falta de interés de las autoridades?
Esta es una experiencia reciente en Chile y quizás todavía pesa sobre nosotros el juicio de que esto es de los catalanes, una cosa rara en Chile. El desplazamiento de la creencia de una persona se produce cuando ésta vive la experiencia. Como tu bien decías no es lo mismo mirar que estar ahí. Mirar puede ser entretenido pero hacerlo es otra cosa. Lo que allí ocurre, ocurre por contagio, por entrega y para eso hay que estar ahí dentro y darse a los demás, solo así se puede experimentar y nace el deseo de compartirlo con otros.
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