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Comunitat Valenciana: El racismo y el orden nuevo

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Según el último informe Raxen, el 50% de los valencianos considera «excesivo» el número de ciudadanos extranjeros que hay en España, cifra que desciende seis puntos respecto al año anterior. A pesar de este leve retroceso, la Comunitat Valenciana —tras Cataluña— es la autonomía donde los partidos de la nueva derecha han crecido más en las últimas elecciones municipales. En nuestro país, su número de fieles se ha duplicado en cuatro años, con más de 100.000 votos.

Precisamente el informe concluye que en tiempos de crisis y de incertidumbre económica es «muy necesario» cuidar los mensajes que se dan de la inmigración, para evitar que se puedan activar actitudes xenófobas. Sin embargo, esta advertencia se ha convertido en realidad en municipios que proponen políticas que han recortado los derechos más básicos a los inmigrantes. Primero en Vic, negándoles el empadronamiento, y ahora es el caso de Salt, cuyo alcalde, Jaume Torramadé, de CiU, ha propuesto recientemente establecer un cupo para limitar el número de residentes extranjeros.

El racismo no sólo se trata de un problema de actitudes de los ciudadanos, sino también de la presencia en nuestra sociedad democrática de grupos neonazis y ultraderechistas. En concreto, el activismo racista y español se articula en los partidos de la nueva derecha, que reformulando las tesis del nazismo puro, utilizan al inmigrante como nuevo chivo expiatorio y al islam como una amenaza a «nuestra nación». Un nuevo racismo que emerge de un discurso renovado de la nueva extrema derecha, con líderes en la Comunitat como Ernesto Milà en España 2000 o Josep Anglada desde Plataforma per Catalunya. Ideólogos de este siglo que copian las tesis europeas que tan bien han sabido utilizar sus homólogos para conseguir escaños en sus parlamentos.

Esta derecha, que suspira por un orden nuevo, se hace patente en toda la Unión Europea y ha provocado el giro político de gobiernos como el de Francia e Italia, con sus propuestas actuales de reformar el Tratado de Schengen, o de haber adoptado medidas tan lamentables como la deportación de personas de etnia gitana. Sus discursos son completamente xenófobos y racistas y principalmente los difunden a través de internet. Solamente en España existen más de 200 sitios web. Sin embargo, las autoridades estatales continúan mostrando una pasividad inquietante. ¿Hasta cuándo lo permitirán?

También resulta fundamental el papel de los medios de comunicación y de las instituciones. Su indiferencia o su obsesión en tratar como una disputa vecinal un claro caso de islamofobia incita a quienes se sienten legitimados socialmente para agredir al diferente. De hecho, 19 países europeos tienen partidos políticos de extrema derecha con representación parlamentaria. En concreto, en Holanda, Francia, Austria, Finlandia, Estonia, Dinamarca, Lituania, y Rumanía estas formaciones superan el 10% de los votos totales en sus países respectivos.

Las elecciones en España se aproximan y la nueva derecha ya ha empezado su campaña electoral. El estudio es un buen termómetro para medir las actitudes xenófobas de la población, pero ¿cuándo tendremos otro para medir los límites éticos de la clase política y de los partidos que utilizan a los inmigrantes como piezas del juego político? /font
  
Anna I. López Ortega

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